jueves, 3 de noviembre de 2011

BURIAL (I)

William Bevan fue uno de los primeros en estar al frente de la bandera británica del Dubstep. Antes de que este género se pusiera de moda, Burial, ya estaba haciéndolo y entendiéndolo de una manera distinta a lo que conocemos ahora. Quizá de una manera más pura, menos soberbia y mucho más introspectiva.

Burial, una de las figuras más enigmáticas y misteriosas de los últimos tiempos, no reveló su identidad al lanzar su disco homónimo en 2006. No daba conciertos, no se conocía su rostro ni concedía entrevistas. Sólo lo hizo al lanzar su segundo disco Untrue en 2007, por la enorme presión mediática y de sus devotos fans. Publicó una sencilla fotografía en su MySpace, reveló su nombre y redactó despreocupadamente unas escuálidas líneas donde explicaba que no le interesaba la fama ni el reconocimiento.



Burial combina sonidos y ruidos con una exquisitez y con un gusto que te mantienen pegado a los auriculares con el corazón encogido y sin respirar porque cualquier cosa puede pasar. Unos sonidos que, con todo, el productor Kode 9 no encasillaría en el dubstep. Kode 9, amigo del artista y fundador de la discográfica Hyperdub, disiente:
 "Su música es totalmente diferente. [...] Es un subgénero en sí misma".

El universo de Burial es agresivo, misterioso y frío. Cada tema es un mundo en sí mismo, pero todo gira alrededor de un epicentro en la misma galaxia.



'Burial' (2006), fue el primer álbum editado del sello Hyperdub.

Este disco, era, es y será desbordante. Partió la pana en materia dubstep en el año 2006. Con el dub y el drum ‘n’ bass como terreno de juego, el músico se inventó una atmósfera espectral y apocalíptica a base de ritmos hipnóticos, voces fantasmales y una paleta de sonidos tan variada como estremecedora.

Bajos mutantes, interferencias radiofónicas y mucho UK garage conformaron este primer tratado del dubstep que ya llevaba un tiempo despuntando en el sur de Londres. Con el estilo ya algo maduro después de su explosión allá por 2002 faltaba buscarle un nuevo prisma y a fe que Burial lo consiguió con este experimento tangencial. Fue ofrecido al público además como si se tratara de un programa de una emisora pirata, lo que aportó un toque más misterioso si cabe a esa primera joya masiva de un género que se convertiría en el primer gran estilo nacido en el siglo XXI.

Por ejemplo, en la inicial ‘Distant lights’ las hondísimas bases rítmicas sonaban a navajas, a casquillos de bala, y sus drones se levantan como amenazantes abismos. ‘U hurt me’, desgarradora a mitad de disco, de un romanticismo aterrador y sorprendiendo con nuevos sonidos, fue de las pocas en las que utiliza esas voces psicodélicas y preñadas de efectos tan típicas del ‘dub’.




'Untrue', su segundo trabajo, fue elegido por revistas especializadas y periódicos de medio mundo como el gran logro musical de 2007. Fue un hilo de canciones nocturnas, apasionantes y llenas de recovecos, que te pedían desde el primer momento en que las oías repetirlas, para no perderte nada de lo que por allí sonaba y que, en una primera escucha, era incapaz de asimilar.

Aquel segundo trabajo era tan melancólico y extrañado como el primero, pero Burial añadía voces que parecen de otro mundo, presencias de ángeles desgraciados, ruidos de llaves de coche y disparos. Narraba historias de fantasmas -el tema le fascina aparentemente-, viajes en autobuses nocturnos, ecos de fiestas pasadas, noches solitarias en un McDonald's...

La precisión de los ritmos, los pasajes ambientales y futuristas, además de tiempos más lentos, permitían el escape hacia espacios exóticos y marcados por roces orientales.

Temas como ‘Dog shelter’ transcurrían de manera pausada, en un coma que no se sabe si es apacible o sin retorno. Con aires retro, las canciones de Untrue sabían seducir gracias a un gusto acertado a la hora de elegir sonidos, con un fuerte en los bajos.




CONTINUARÁ...



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