jueves, 15 de diciembre de 2011

ERYKAH BADU (II)

Los más avezados encuentran las huellas de Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Nina Simone, Diana Ross y hasta de Sade, en la voz de Erykah, cortante y metálica a veces, herida y triste en otras. Badu compone casi todos los temas, se dobla en los coros, toca teclados, programa ritmos y hasta ejerce de productora. Con sus canciones sutiles, Erykah crea instantáneas de los momentos íntimos que enmarcan su generación “todo sobre lo que canto procede de lo que he aprendido del mundo o de mí misma”.




Como ocurre con todos aquellos que saltan a la fama, Badu no ha escapado de ciertos rumores sobre su vida privada, los que hablan de un padre en la cárcel y una madre loca. Y luego está ese aura misteriosa que desprende, fundamentada en un vestuario más bien extravagante,  esa puesta en escena que incluye su irrupción con un misterioso bolso y las velas de incienso. Todo ello ha contribuido a que algunos la tilden de “bruja”. La explicación es más sencilla y, aparentemente, menos esotérica: antes de cada actuación Badu realiza un ritual para alejar cualquier ansiedad.

“Aunque la música es mi trabajo, sé que la industria no va a pacificar mi espíritu. Así que tengo que hacerlo: enciendo una vela en el escenario, me relajo, cierro los ojos, los abro de nuevo, y ya estoy bien”.“Soy un ser espiritual, pero estoy en contacto con la realidad, y con el aspecto de negocio de la música. Conozco los mecanismos del éxito”.




Badu nunca ha sido una artista comercial, a pesar de los premios Grammy que la coronaron como gran baluarte de eso que se ha bautizado como neosoul. No suele ser puntual en sus actuaciones pero siempre impresiona al público con sus sorprendentes directos, llenos de momentos de espectáculo vocal y de puesta en escena que a nadie deja indiferente, pero más allá de erigirse como portavoz de un nuevo estilo, Erykah pretende contribuir a cambiar lo que ella llama la “naturaleza monótona” del rhythm’n’blues contemporáneo, y no le cuesta nada autoproclamarse “mensajera del renacimiento espiritual y artístico”. Esta actitud no la aleja de la cruda realidad que vive la comunidad afroamericana, especialmente desde el asesinato de Tupac Shakur:

“El gobierno nos está matando. Estoy indignada con el sistema escolar, porque deberíamos tener más información; indignada con las iglesias; indignada de que la gente que tiene el poder para informar no nos cuente nada. 
Debemos sobrevivir, pero hay muchas cosas que necesitamos saber y no sabemos”.

Con su carácter complejo, entre la fuerza indomable y la completa vulnerabilidad, y su talante renacentista, Erykah Badu  ha regalado algunos de los mejores momentos del soul contemporáneo.


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